La falacia del libre albedrío y la dificultad del cambio


Circulan muchos mensajes por las redes sociales, se publican libros de autoayuda, se filman películas acerca de la mejora personal, etc. 

En todos ellos se parte de la base de que las personas pueden y muchas veces deben cambiar su comportamiento cuando, después de la adolescencia, ni pueden ni, probablemente, deben.   

La Personalidad.

Está constituida por el Temperamento, el Carácter y la apariencia Física.
q  El Temperamento es innato y no se puede cambiar. “Es una predisposición emocional congénita biológicamente determinada que incluye los comportamientos heredables y estables y es independiente de la influencia de valores sociales o culturales” (Losada; Fundamentos de Psicología). Hay cuatro temperamentos básicos; tímido, abierto, optimista y melancólico (hay muchas más clasificaciones). Dependen de la actividad cerebral de la persona.
q  El Carácter es en parte heredado y en parte moldeado mientras el cerebro conserva cierta plasticidad (D. Goleman; “Inteligencia Emocional”). Por el momento no se puede determinar la proporción de la parte heredada. “Es la parte de la personalidad determinada por factores sociales, históricos y culturales que se pueden modificar a lo largo del desarrollo del individuo” (Losada; Fundamentos de Psicología) Contribuyen a moldear el carácter las experiencias que se tienen en la vida, grandes cambios del entorno, la influencia de padres y amigos, educadores muy (o muy poco) competentes, la sociedad en general y la fortuna. Ya está muy definido al terminar la primera infancia y prácticamente fijado al finalizar la adolescencia. Por su misma definición (carácterósello, marca) una vez fijado no se puede cambiar. De aquí la enorme importancia de la educación.
q  La mayoría de los rasgos físicos están también fijados al finalizar la adolescencia, como la altura y la belleza. Otros (como el peso y la musculatura) pueden modificarse pero no resulta fácil; la profundidad de la modificación dependerá a su vez de temperamento y carácter. Hasta cierto punto también puede considerase un rasgo físico el modo de vestir, aunque a su vez depende también del temperamento y el carácter.
La personalidad es nuestro destino. Las sucesivas resoluciones que vayamos haciendo, siguiendo las directrices de nuestra personalidad en cada escenario en el que nos sitúe la fortuna, nos llevaran por un camino único hacia un final ineludible aunque no predeterminado. No lo conoceremos hasta llegar a él. Incluso cuando nos fijemos objetivos lo haremos de acuerdo con nuestra personalidad.
Es muy dudoso que se aprenda de los errores; el escenario será muy probablemente distinto cada vez y una vez más nuestra personalidad será decisiva.
Los remordimientos ante decisiones tomadas son inútiles y dañosos. Nuestra personalidad no nos hubiera permitido actuar de otra forma.

El Comportamiento

1.    Por Comportamiento se entiende actuar de una forma determinada; Te comportas como un adolescente (RAE).
2.    Cualquier interacción entre un organismo y su ambiente.
Parece más fácil comprenderlo que definirlo.
Nacemos con un temperamento determinado y una estructura cerebral heredada que se moldea de acuerdo con nuestras vivencias. Los cambios en las estructuras cerebral y física irán formando el carácter  hasta el fin de la adolescencia. El resultado de temperamento, carácter y estructura física constituirá nuestra personalidad. Una vez formada nuestro comportamiento depende de la misma.
Como he dicho, dado un escenario y ante cada decisión a tomar solo podremos adoptar resoluciones acordes con nuestra personalidad.
La sabiduría popular lo enuncia en refranes: "El lobo pierde el pelo pero no el vicio", "Genio y figura hasta la sepultura", “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”, etc.

El Cambio de Comportamiento

Convertir o mudar una pauta de comportamiento en otra, frecuentemente su contraria. No existe cambio si no se define lo que debe permanecer invariado.
La primera condición para poder cambiar el comportamiento es que exista el libre albedrio.

El libre albedrio

El libre albedrio (o arbitrio) [1] es una ilusión.
La mayoría de los estudios que conozco sobre el libre albedrio (San Agustin, Leibtniz, Erasmo, Lutero, Spinoza…) lo analizan desde un punto de vista religioso e intentan demostrar que forzosamente tiene que existir, más que en analizar si existe. Y ello porque se parte del principio de que sin libre albedrio no habría libertad ni responsabilidad, considerándose ambas cosas imprescindibles para la religión y el orden social.
Kant en su “Crítica de la Razón Pura” establece que mediante la voluntad es posible para un hombre comportarse según la ley de la razón[2] en lugar de seguir su personalidad, a la que él llama naturaleza. Se dice de un humano que “tiene poca o mucha voluntad” lo que indica que la voluntad es un rasgo de la personalidad. Estamos en un bucle. Los condicionamientos de la personalidad hacen imposible el libre albedrío.
Se arguye que sin libre albedrio el humano no sería libre ni responsable de sus acciones. De la responsabilidad hablaré más adelante. En cuanto a la libertad, el humano no es más o menos libre por el hecho de que el libre albedrio sea o no cierto. Como he dicho, el humano adoptará sus resoluciones de acuerdo con su personalidad pero seguirán siendo SUS resoluciones.

Los enorme dificultad de los cambios de comportamiento.

No se ven motivos para que la gente cambie sus comportamientos. Si, por muchas razones, todos somos diferentes, física y mentalmente –tenemos diferentes personalidades-  ¿por qué tendríamos que irnos intercambiando? ¿Podríamos?

  • ¿Quién tiene derecho y autoridad para definir el modelo de comportamiento correcto, en cada circunstancia y después exigirlo? Ni siquiera Jesucristo fue claro en ese aspecto[3] y sólo dio algunas orientaciones generales aquí y allá del Evangelio. Según Kant, hay que obrar de tal modo que “las acciones de un humano puedan valer siempre como principio de una legislación universal”. Luego un hombre debería cambiar todos los rasgos de su personalidad que incumplan este modelo que, además, sería dinámico. Entonces ese hombre sería perfecto y completo. Sería Dios.
  • Los regímenes totalitarios han intentado el cambio de la sociedad hacia su “hombre nuevo” con consecuencias a largo plazo desastrosas porque su modelo de “hombre nuevo” no se ajusta al de Kant y está basado totalmente en la teoría conductista, hoy claramente desfasada (Jesús Mosterín; La Naturaleza Humana). También los líderes espirituales lo han intentado con poco éxito. El sacramento de la Confesión (ahora “Reconciliación”) de la fe Católica es una idea muy práctica que va en el sentido de aceptar la imposibilidad del cambio y la ilusión del libre albedrio
  • Es una evidencia que todos no podemos ser iguales, ni física ni mentalmente. ¿Es la diversidad una riqueza (como se suele afirmar) o un mal menor que hay que aceptar al no serle posible al humano ajustarse a un modelo de perfección que además no está definido y es dinámico?
  • La personalidad de un humano viene determinado por las leyes de la genética y la influencia de la sociedad. Cada resolución que adopte será consecuencia de su personalidad. Como he señalado, Kant afirma que el humano tiene libre albedrio y puede saltarse esas leyes gracias a la voluntad. Al ser la voluntad, a su vez, un rasgo de la personalidad tal libertad no existe.
  • La observación de la sociedad demuestra que, ya desde pequeños, los hay que disfrutan torturando personas (bullying infantil) o animales y otros que se dejarían matar antes que hacerlo. Tan difícil es cambiar para los segundos como para los primeros. ¿Hay alguna razón para que los primeros existan? Tiene que haberla, aunque yo no la conozco. Para los religiosos será voluntad de Dios; para los ateos porque triunfaron en la evolución. Entonces, ¿cómo van a poder cambiar? Recordemos que, según Leibtniz vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Supongamos que sucede un choque de trenes (o cualquier desastre en el que se ven envueltas muchas personas). Al observar los comportamientos advertimos que inmediatamente algunos hombres (lo siento, en este caso suelen ser hombres) más altos que el resto y por tanto con mayor alcance visual y probablemente también más fuertes, evaluarán con rapidez la situación y empezarán la organización para evitar los daños en lo posible, al tiempo que ellos mismos actúan para minimizarlos. Tendrán enseguida la colaboración de los humanos más decididos y capaces. Otros humanos, después de un primer momento de desconcierto se pondrán manos a la obra para colaborar. Probablemente habrá entre los accidentados un humano médico que, por el carácter (componente de la personalidad) que imprime su profesión, ofrecerá sus competencias. Otros humanos se quedarán petrificados por la impresión o víctimas de ataques de pánico. Algunos, ilesos, huirán para no meterse en líos. Finalmente entre los accidentados hay un humano fuerte y alto…pero parapléjico que, aun queriendo colaborar, su condición se lo impide. ¿Algún lector cree que alguno o todos ellos se podrían comportar de forma distinta a como les obliga su personalidad y he descrito? En realidad, en algún sentido, todos son como el parapléjico; atados a la estructura de su personalidad.
Lo que he afirmado es cierto y universalmente válido, luego confirmo que el cambio de comportamiento es muy difícil.
  • Genial la frase de Woody Allen: "Llevo 40 años yendo al psiquiatra y he acabado casado con mi hija". Es algo comprobado que aunque una persona conozca cuales son sus trastornos de personalidad y quiera resolverlos no puede o necesita mucha voluntad, mucho tiempo y mucha ayuda.
  • Probablemente se me objetará que la sociedad europea actual ha cambiado de comportamiento respecto de la Edad Media. En lo fundamental, no lo creo. Lo que ha ocurrido es que, gracias a la ciencia y la tecnología (misteriosamente a la vez amada y odiada) la gente podría gozar de un bienestar y un conocimiento incomparable con las épocas anteriores. Con todo, las matanzas de la ex -Yugoeslavia (¡no hace ni veinte años!) son para meditar sobre ese "cambio". 
  • Admitir que el libre albedrío y la posibilidad del cambio de comportamiento individual mediante la voluntad existen, nos lleva a sistemas judiciales garantistas basados en la “reinserción” (o sea el cambio de la personalidad del delincuente, mutando sus defectos en virtudes). Se ha llegado al extremo de priorizar los derechos de los delincuentes sobre los de las víctimas que, al fin y al cabo ya han sufrido el daño o aún no lo han sufrido, dejando a miles de humanos dañinos en libertad. Se me dirá que, dado que afirmo que no existe el libre albedrio, ¿con qué derecho se puede castigar a los dañinos?[4] No se trata de castigarlos por lo que han hecho. Ellos no se pueden comportar de otra manera. El concepto de castigo[5] es bárbaro. Se trata simplemente de conseguir que hagan el menor daño posible en el futuro apartándolos de la sociedad...hasta que dejen de ser dañinos. Como nadie podría decidir cuándo un humano dejará de ser dañino habrá que aceptar, como ahora, que es inevitable que en la sociedad se mueva una cierta cantidad de humanos más o menos dañinos. Cuando el daño que pueden causar es muy grave–como los violadores y/o asesinos en serie o ciertos psicópatas- y estando la reinserción basada en un cambio de comportamiento muy improbable, mantener ese concepto es hipocresía, la condena de nuevas víctimas y la desmoralización de las fuerzas del orden.
  • El concepto de Responsabilidad por las acciones que perjudican a la sociedad cometidas en el pasado no debe cambiar porque existan o no el libre albedrio y la posibilidad de cambio de comportamiento. Si perjudicamos a la sociedad debemos ser apartados para protegerla en el futuro. Algún cambio de los códigos penales sería imprescindible, sobre todo para discernir si el hecho cometido coincide o no con la personalidad del humano juzgado.
  • Otro ejemplo de los difíciles cambios de comportamiento es el humano al que su personalidad hace caer en una adicción (drogas, juego, alcohol) de la que quiere salir y no puede.
  • La falsa creencia en la posibilidad y conveniencia del cambio produce mucha infelicidad y un derroche de energías perdidas inútilmente. Las mujeres y los hombres hacen reproches a sus parejas porque no son como quieren o necesitan y exigen que cambien “en algo” sin concretar lo que debe quedar invariado. El superior reconviene al inferior si no hace el trabajo con la calidad o cantidad que "debiera", un familiar al otro, etc. A la corta o a la larga todo para nada. Por otra parte, es muy probable que diferentes humanos pidan cambios contradictorios a la misma persona y en diferentes momentos. Por ejemplo en el caso de una pareja los cambios que exigiera uno de los miembros al otro podrían ser distintos de los que quisiera un familiar, el jefe, cada uno de los hijos, etc. Y podría haber “daños colaterales” del cambio.
  • Ni la idea del Infierno (horribles castigos para toda la eternidad) consigue cambiar a “los pecadores”. A partir de aquí…

Recomendaciones.

  • No deben hacerse reproches ni críticas. Son inútiles para cambiar comportamientos, frustran al que los emite y hacen sufrir al que los recibe. Quien come en exceso ya sabe que está engordando y que le perjudica. Es inútil reprochárselo. Quizás una vez.
  • Hay que aceptar que ningún razonamiento va a conseguir que las personas adultas cambien su comportamiento a largo plazo. Sin embargo, el terror puede conseguirlo a corto plazo.
  •  Para convivir con otro humano hay que gestionar sus comportamientos, si es posible. Si no es posible hay que romper la relación. Si ambas cosas no están a nuestro alcance por cualquier razón, habremos de soportar la situación hasta que surja la oportunidad. Si existen leyes (divorcio, despido, denuncia) recurramos a ellas. En algunas circunstancias el recurso a la violencia es inevitable (véanse, por ejemplo, algunas de las mejores películas clásicas del salvaje oeste americano y el modo de afrontar ciertos casos de “bullying”). Dar la razón al dañino cuando no la tiene NO es una buena forma de gestionar su comportamiento.
  • En el caso de las personas que viven en pareja, si se desea mantener una relación placentera, la recomendación adicional es la de ser caluroso en la aprobación y abundante en el elogio (cuando responden a una realidad). No hacer nunca comentarios desagradables o irónicos para la otra persona o que ésta pueda tener por tales. Esos comentarios no aportan nada positivo y crean resentimientos que se acumulan con el tiempo. Reproches y comentarios desafortunados son una señal de que el modo de ser de la pareja no nos satisface y que no valoramos su criterio. Si es así, es mejor romper la relación.
  • No entremos en polémicas, que es muy cansado, inútil y acorta la vida. 
  • Para los dañinos (en democracia porque en dictadura aparecen problemas en la definición de los “dañinos”) hay que cambiar la bárbara idea del castigo por la de separación temporal o definitiva de la sociedad para protegerla en el futuro.
Hay posibles excepciones a estas afirmaciones. Pueden hacerse reproches o críticas a los siguientes grupos, por si el humano ignora que su comportamiento es dañino y, al conocerlo, le parece útil intentar cambiarlo y aún está a tiempo.
q  Los humanos de edad inferior a siete años.
q  Los humanos adolescentes[6]
q  Los comportamientos que son consecuencia de la ignorancia y/o la falta de experiencia; del conocimiento.
Además he oído decir (no lo he podido comprobar personalmente) que a veces algunas personas si consiguen cambiar algún rasgo de su personalidad. Al menos durante algún tiempo.
Entonces, si el cambio individual es casi imposible y quizás inconveniente, ¿por qué tiene tan buena imagen en la sociedad? Para mi hay cuatro razones principales,
1.     Es una idea bonita y atractiva que la ficción (películas, novelas, etc.) ha explotado con mucho éxito.
2.     Sostiene las esperanzas de mucha gente.
3.     Es una idea “mágica” (en el sentido de confundir deseos con realidades). Este tipo de magia es muy poderoso y está muy difundido. Casi todas las guerras empiezan con esta creencia (somos mejores, tenemos razón, será una guerra corta, Dios nos protegerá –curiosamente no al enemigo aunque los contendientes tengan una religión común- etc).
4.     Es muy antigua y práctica.
Para mi es asombroso que una sociedad basada en errores como la existencia del libre albedrio y la necesidad y posibilidad del cambio de algún rasgo de la personalidad pueda haber llegado tan lejos. O quizás precisamente por eso...

Conclusiones.

  • Si, por muchas razones, todos somos diferentes, física y mentalmente –tenemos diferentes personalidades-  ¿por qué tendríamos que irnos intercambiando?
  • La personalidad condiciona el comportamiento y es nuestro destino.
  • El libre albedrio es una ilusión o un convenio, lo que hace muy difícil el cambio de algún rasgo de comportamiento.
  • Un sistema judicial no se debe basar en el libre albedrio y la reinserción del delincuente por el cambio de comportamiento sino en la importancia del daño causado.
  • Ni la idea del Infierno (horribles castigos para toda la eternidad) consigue cambiar a “los pecadores”.
  • Hay que desterrar de las relaciones humanas los reproches y las críticas inútiles.
  • Si resulta casi imposible cambiar el comportamiento de las personas, figurémonos lo que significa cambiar el comportamiento de una organización sin cambiar a las personas que la constituyen. Misteriosamente, el cambio generacional no suele bastar.
  • No sólo es prácticamente imposible hacer cambiar el comportamiento de una persona sino ni siquiera hacerle cambiar de opinión. Es por esta razón que en ocasiones y en las negociaciones el uso de la fuerza, la violencia o el poder son inevitables. Si un niño tiene la costumbre de asomarse a un lugar peligroso le advertimos varias veces sin éxito, ¿Dejaremos que tarde o temprano se caiga?
Estas ideas parecen poner en cuestión cualquier organización política o religiosa, aunque todo el mundo sabe que son ciertas y universalmente válidas.





[1] Facultad que tiene el hombre de adoptar una resolución con preferencia a otra (RAE).
[2] “Un humano debe obrar de modo que la máxima de su voluntad pueda valer al mismo tiempo como principio de una ley universalmente válida”.
[3] “Sed, pues, perfectos como vuestro Padre Celestial es perfecto”.
[4] De hecho, se aceptan como atenuantes de un crimen la circunstancia de que el criminal esté borracho o drogado
[5] Pena que se impone a quien ha cometido un delito o falta.
[6] En 1962 una campesina analfabeta de alrededor de 80 años me dijo las siguientes palabras “…a una persona mayor de 16 años puedes reñirla una vez; quizás dos. Si no te hace caso, es inútil insistir”.

Comentarios

  1. Curiosidad: Eso te lo dijo la Maria?la Asuncion,la mujer del campaner?
    .Respecto al artìculo,debo releerlo,puesto que puede que haya matices,segùn mi opiniòn

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    1. Me lo dijo la María, la esposa del dueño de la casa en que estuvimos y del que lamento no recordar el nombre (¿Miquel quizás?).

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