Conciliación de Horarios


Intento clarificar algunos aspectos del problema de la conciliación de la vida laboral y personal, analizar las oportunidades y dificultades para conseguir un horario que ayude a conseguirla y dar algunas ideas para que trabajadores y empresarios puedan aproximarse a las condiciones ideales.

Hay que tener en cuenta que todo tiene un precio y que, para la mayoría de la gente, no hay vida personal sin vida laboral.



La contraprestación clara a que está obligado el trabajador (todos menos el propietario, los accionistas y la alta dirección, que se consideran aquí como empresarios) a cambio del sueldo que recibe, es la de permanecer en su puesto un determinado número de horas. Se empiezan a contar antes de un determinado  momento (obligatorio) y terminan después de otro momento (voluntario) totalizando un número determinado de horas al año. Esto es lo que se entiende por horario de trabajo y lo establece el empresario o quien lo represente. Cuando el trabajador acepta el empleo, acepta también las condiciones, horario incluido. Pero todo se puede cambiar si hay acuerdo.
No se consideran aquí las puntas de trabajo, las actitudes absurdas (“se le cae el bolígrafo”) y las situaciones excepcionales en las que es necesaria una prolongación del horario laboral de algunas personas (cuando no superan un año).
El personal de una empresa desempeña con frecuencia los papeles de empresario y trabajador según las circunstancias.

Entiendo por horario de conciliación el tiempo que transcurre entre que el trabajador sale de su casa para dirigirse al puesto de trabajo y el momento en que vuelve a entrar, una vez completada la jornada.

Para simplificar, entenderé por horario de trabajo aquel cuya duración tienda al número anual de horas establecidas por ley, incluso desplazándolas de un día al otro a lo largo del día o también en tiempos más largos. Esto último se entiende por horario flexible. En principio, el teletrabajo permitiría eliminar incluso el desplazamiento geográfico del puesto de trabajo.

Dificultades para conciliar ambos horarios.

1.      Largo tiempo de desplazamiento al puesto de trabajo.
2.      Trabajadores que no son competentes, no están motivados para el logro, no saben gestionar el tiempo, son fumadores, etc. Como consecuencia para cumplir sus compromisos necesitan muchas horas.
3.      La prioridad del trabajador es “hacer carrera” y piensa –demasiadas veces con razón- que alargar rutinariamente el horario de trabajo le será útil. Algunos directivos pensamos que es una señal débil de haber alcanzado el nivel de incompetencia[1]. O él…o su jefe.
4.      El horario lo fija el empresario de acuerdo con el servicio que el cliente necesita. Comercio minorista, abogados y notarios, consultores, asesores financieros, delegados comerciales, vendedores, hostelería, y pequeña empresa en general tienen serias dificultades para la conciliación de horarios. Suelen ser necesarias largas pausas a medio día, largas jornadas inútiles para el trabajador pero necesarias para un buen servicio a los clientes o trabajo a tiempo parcial.
5.      Falta la cultura de la fecha; uso corriente de las expresiones “urgente” o “lo antes posible” que desconciertan y angustian al empleado por lo inconcretas.
6.      La cultura de la empresa exige, para promocionar, “quedarse” finalizado el horario. El empresario –o quien lo representa- cree que sus empleados sólo conseguirán los resultados con un número elevado de horas en el puesto porque son incompetentes, sin caer en la cuenta de que los ha elegido él o, aún peor, cree que les paga demasiado si hacen el horario estipulado. Tiene la costumbre de obligar a largas jornadas o convocar reuniones fuera de horario, incluso en sábado o día festivo sin verdadera necesidad, faltando el respeto a los trabajadores e incumpliendo el contrato. Este problema es muy frecuente y lamentable.
7.      El puesto de trabajo implica la necesidad de viajar frecuentemente.

Algunas consideraciones.

  •          Las dificultades para conciliar la vida laboral y personal son numerosas y varían según las circunstancias. Muchas veces, también el empresario las tiene; pensemos en el pequeño comercio.
  •          Para muchas tipologías de puesto de trabajo (# 4, 7) la única conciliación  posible, en algunas circunstancias, sería la flexibilidad de horario. En muchos otros casos probablemente será posible acortar, incluso eliminar, la pausa de medio día y empezar antes por la mañana. Será un reto para trabajadores y empresario alcanzar un acuerdo útil para todos y modificar el horario en vigor. Es una innovación de proceso. En su día la Banca demostró que era posible, a pesar de las apariencias y posiciones de partida. El trabajo a turnos, combinado con horario flexible para algunos colectivos, puede ser también una alternativa. Muchos de los viajes podrían evitarse usando la tele-conferencia, pero no todos
  •          Para el trabajador, resolver algunas dificultades puede significar cambiar de domicilio, de empresa o ambos (# 1, 4, 6, 7). Casi el 90% de los españoles han elegido fijar el lugar de su residencia para siempre (o casi) asumiendo que la movilidad geográfica sería innecesaria (¿?). Hoy día la situación todavía ha empeorado. Debido a problemas de transporte la decisión de cambiar de empresa puede llevar a tiempos de desplazamientos largos y  –aun  peor- de duración indeterminada. Más de un miembro de la familia puede resultar perjudicado. Muchas veces menospreciamos el tiempo que perdemos en los desplazamientos del domicilio al lugar de trabajo de todos los miembros de la familia.
  •      En su plan de vida, el trabajador debería tener en cuenta la posibilidad de futura movilidad geográfica porque también la empresa puede moverse, incluso de país. De hecho, es difícil trabajar en la misma empresa y el mismo lugar geográfico más de 10 años. En general, un trabajador debería dejar una empresa cuando no le ayude a conseguir sus objetivos personales. A veces debido a una formación escasa, demasiado especializada, ambas cosas, haber alcanzado el nivel de incompetencia o la inseguridad que siempre significa un cambio, muchos trabajadores no consideran la posibilidad de cambiar de empresa.
  •         El empresario debería reflexionar sobre los motivos de su enfoque de ligar resultados a las horas de permanencia en el puesto. Lo más probable es que lo haga pensando que la mayoría de sus empleados son malos profesionales (# 2). Si así fuera, él los ha seleccionado y debe corregir el error. En otros casos, corre el riesgo de llevar a cabo –inadvertidamente- una selección de personal negativa a largo plazo. Si el empresario obra de buena fe, es posible que reflexione y admita una negativa del trabajador a horarios alargados rutinariamente. Desmotivar al trabajador no mejora la productividad.
  •         Diversamente a lo que suele afirmarse, “en Europa”, en cuanto a horarios, la situación no es muy diferente si comparamos puestos, países y situaciones similares. Es verdad que, por cultura, se tiene más tendencia a reducir a un mínimo la pausa de medio día y empezar más temprano (aunque, desde luego no antes de las 6 de la mañana). Hemos de empezar por comprender que si en España tenemos un cierto horario es porque, como país, hemos llegado a la conclusión de que ese horario nos conviene. 
  •         No hay que confundir la jornada intensiva con la reducción de jornada.
  •         El tele-trabajo puede ser un medio complementario para la conciliación de horarios. Técnicamente podría extenderse cada vez más; el freno está en el factor humano. Está más difundido en los países nórdicos porque bajo ciertas temperaturas los desplazamientos son difíciles e incluso imposibles.

Soluciones que se pueden plantear.

Empecemos por el teletrabajo. Desde luego que es una posibilidad –yo mismo lo he practicado- pero en ciertas circunstancias, ciertos puestos y ciertas personas, en modo discontinuo, durante cierto tiempo y siempre y cuando se disponga de las TIC que se necesitan.
A finales de los años 90 tuve una lesión deportiva siendo sometido a una intervención quirúrgica que me inutilizó el brazo derecho durante casi tres meses. En aquel tiempo, sólo podía acceder desde mi domicilio al correo electrónico de la empresa conectando mi ordenador a la línea teléfonica. Descubrí que no es demasiado difícil escribir en el teclado del ordenador con la mano izquierda. Como la intervención se pudo planificar, guardé mis archivos en varios CD’s. Entre el teléfono, el correo electrónico (con algunas limitaciones para la recepción de archivos) desplazándome a la oficina para asistir a las reuniones que se convocaron durante aquellas semanas e impartir instrucciones a mis colaboradores, pude desempeñar mi trabajo razonablemente bien. Hoy día con la ayuda de la videoconferencia, todo puede ser más fácil.   
A pesar de mi experiencia positiva, considero el teletrabajo una solución puntual pero no un sistema generalizable para la conciliación de horarios. El teletrabajo es imposible para un trabajador de una cadena de montaje; una posibilidad para un directivo. Los casos intermedios deberían estudiarse según el escenario, las personas y las circunstancias.
La jornada reducida es otra posibilidad, siempre que no resulte en un costo del trabajador más alto para la empresa y que no disminuya la productividad de la organización. Para una empresa  pequeña, debido a su rigidez, puede ser beneficioso o representar un problema importante. Lo mismo puede ocurrir en un departamento reducido. Para el interesado puede ser un problema de transporte, si usa el de la empresa o económico.
La jornada continua o intensiva aparece como muy favorable...a quien no la hace. Al significar el mismo número de horas al año, simplemente desplaza el horario. El beneficio que representa depende de las circunstancias familiares y personales. La ventaja viene de la anulación (que no reducción) de la pausa de medio día, sustituido por una mucho más corta para un ligero refrigerio. Implica acostarse mucho más temprano y madrugar bestialmente (como las bestias) lo que no es coherente con las costumbres de la sociedad. La dificultad para su implantación viene de que suele ser necesario que toda la plantilla esté de acuerdo. Y no suele estarlo. Naturalmente, es muy complejo –casi imposible- implantarla en una empresa comercial que necesite o crea necesitar atender al público hasta la tarde-noche.
El horario flexible –lo más amplio posible compatible con la productividad- suele ser la mejor solución pero en muchas empresas y muchos trabajos resulta muy complejo de implantar. Vuelve a presentarse el problema de los transportes.

Impacto de la economía digital.

Según Eurostat (últimos datos disponibles de 2014), el porcentaje del sector TIC sobre el PIB es de un 3,18% y el porcentaje del personal ocupado en TIC sobre el total del empleo de un 2,2%.
El impacto de la economía digital en la conciliación de la vida personal y familiar es un tanto paradójico y sin marco laboral legal.
Para el empleado no hay duda de que facilita el tele-trabajo al disponer de las tecnologías necesarias. Subsisten los problemas humanos que describía más arriba.
Hay que tener presentes también las necesidades organizativas de las empresas TIC. Muchas de las actividades o tareas del trabajo digital no están sometidas a los parámetros de tiempo y lugar de una determinada localización geográfica. Empresas y trabajadores deben adaptarse a la nueva situación  El horario de conciliación, tal como definido más arriba, no es ya válido y las fronteras entre la vida laboral y la vida personal se diluyen. Eso implica la flexibilidad que se está buscando pero con un desorden que no se busca y que suele ir en contra de las personas responsables. Pueden tener que estar disponibles 24 horas siete días a la semana. No hay dinero que pague esta situación y, en general, no es sostenible ni admisible a largo plazo.

Conclusiones

La conciliación de horarios tanto puede ser un problema cultural como una necesidad de algunas tipologías de empresas y presenta serias dificultades. Una de ellas es la distancia geográfica entre el domicilio del trabajador y el lugar de trabajo. La necesidad de viajar también limita, así como una cultura “presentista” de la empresa y la costumbre de fumar. Reducir la pausa de mediodía (si es posible) el horario flexible, la reducción de jornada y el teletrabajo son soluciones que, aunque no aplicables en todo lugar y en todo momento, pueden ayudar. Pretender progresar en la conciliación de horarios cambiando la posición del sol (huso horario) es triste y ridícula.
En la economía digital habrá que esperar un tiempo para que empresas y trabajadores vayan encontrando soluciones creativas que, a la larga puedan incluirse en el marco laboral legal.




[1] Se entiende por “nivel de incompetencia” el que alcanza un empleado por sucesivos ascensos dentro de la estructura de la empresa y en el que ya no resulta competente (Principio de Peter).
  

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