El Dios Creador, el Dios Persona y la Muerte.

 

Como ya he razonado, el libre albedrío o arbitrio son una ilusión[1].

La personalidad es nuestro destino. Las sucesivas resoluciones que vayamos haciendo, siguiendo las directrices de nuestra personalidad en cada escenario en el que nos sitúe el azar, nos llevaran por un camino único. Los resultados serán ineludibles, aunque no predeterminados. No los conoceremos hasta lograrlos. Incluso cuando nos fijemos objetivos lo haremos de acuerdo con nuestra personalidad. 

Como idea filosófica, de gran envergadura, la negación del libre albedrío toma el nombre de Determinismo. Si el determinismo es cierto, el premio y el castigo en otra vida no tienen sentido. Por tanto, tampoco tiene sentido que haya otra vida, donde se juzgue el comportamiento tenido en ésta. Y tampoco tiene sentido que el ser humano sea trascendente. La razón no puede captar ese concepto de trascendencia. Lo que explica la invención por el ser humano de otra vida trascendente es que la idea de la muerte como final es desoladora.

Vida trascendente sería una vida fuera del espacio y del tiempo. Eternidad no significa “que dura para siempre” sino que está fuera del tiempo. Evidentemente, el cuerpo humano no es trascendente. Debería serlo el alma. El alma está creada, según los Padres de la Iglesia, para cada persona al nacer. Luego tiene principio y no está fuera del tiempo.

Sin la existencia de la otra vida el Dios-Persona [2] tampoco tiene sentido. 

El Dios-Creador y el Dios-persona

Eso no invalida que exista un Dios creador. Kant afirma que su existencia o su no-existencia no pueden demostrarse. Pero la razón, si no puede demostrar la existencia del Dios creador, puede comprenderla. 

Todo ser vivo nace con dos instintos[3] (solo dos) el instinto de conservación (si puede salvarse de la muerte llegará a arrancarse un miembro) y el de la reproducción. Si se reflexiona, se comprende que ambos son el mismo. El instinto sexual es el instinto de la conservación de la especie. Es pues razonable admitir que Alguien haya grabado ese instinto en el "disco duro" de todos los seres vivos. Hasta los vegetales lo tienen. Y no puede atribuirse a la evolución porque, justamente, la evolución tiene su origen en ese instinto. Ello implica el diseño inteligente, sin negar la teoría de la evolución. Son compatibles.

Creer en la existencia de un Dios creador no significa que sea un Dios-Persona. Este Dios-Persona sería aquel que quiere lo mejor para mí. Puede premiarme o castigarme incluso en esta vida, me puedo comunicar con Él, pedirle lo que creo merecer, mostrarle agradecimiento cuando el azar me favorece, etc. En una palabra, el Dios de Abraham.

Me parece sin sentido dar gracias al Dios-Persona porque, gracias al azar, en un accidente ha muerto el hijo de mi vecino y no el mío, que lo acompañaba. Otro sinsentido es que en una batalla entre islámicos y cristianos, ambos recen al mismo Dios para que les dé la victoria. Hay muchos más ejemplos.

El Ángel de la Muerte

Desde su concepción, cada ser vivo va acompañado de una especie de “Ángel de la Muerte” cuya misión es asesinarlo lo antes posible. El azar es a veces colaborador del Ángel de la Muerte y a veces no. Para un mamífero el primer intento de asesinato es el aborto. El segundo que el neonato fracase al intentar respirar, el tercero nacer de una madre sin salud ni medios para hacerse cargo de él y morir de hambre. Y así todo; hambre, enfermedades, accidentes...

Nuestro tiempo sobre la tierra lo pasamos intentando burlar al Ángel de la Muerte, de acuerdo con las instrucciones que tenemos grabadas. Esa lucha nos produce continuos sufrimientos mayores o menores (también a los animales). A partir de cierto nivel en la evolución, los seres vivos sabemos que es una batalla perdida pero no podemos hacer nada. Finalmente, en un plazo máximo para cada especie, el Ángel de la Muerte gana y la sociedad debe desprenderse rápidamente de nuestro cuerpo porque apesta y se llena de gusanos. No es raro que todas las sociedades hayan inventado mitos y leyendas para ocultar o dar sentido este horror.

Entonces, ¿qué decir de este Dios creador, del sentido de la vida y de la muerte? 

Son misterios espantosos, inabordables e incomprensibles para la mente humana. 



[1] Me reconozco como no preparado para una reflexión tan profunda. También es verdad que tengo 82 años y he reflexionado mucho sobre este tema y algo me he documentado.

[2] Dios-Persona es un Dios con el que se puede dialogar, al que se pueden dar gracias, agradecer favores, pedir ayuda, etc.

[3] No debe confundirse el instinto con la herencia genética.

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